martes, septiembre 27, 2005

Perdón por casarme contigo, sin que me pidas permiso.


Escucho cosas que no quiero escuchar y sigo aquí, junto a ti.
Creyendo que al acariciar un vidrio cóncavo puedo tocarte de nuevo.

Cómo tienen que ser las cosas que pasan para que sean reales de verdad?
Si son reales en cuanto uno mismo se las cree y las pueda oler cada día,
entonces todo en mi mente, es real.
Puedo oler todos los colores y los elefantes que vuelan cerca de mi.
Soy todos los árboles de la ciudad y nuestro árbol, en mi cuarto.
Soy la ventana de la ciudad que no existe.

Hago míos todos tus nombres, incluso los que tú no conoces...incluso cuando ya no quiero vestirlos.

Seré siempre la fiel Penélope hilando y deshilando el tejido, obligada a usarlo como corona heroica de mi batalla perdida.

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