lunes, octubre 21, 2013

Concreto

Mi abuelita huele a flores y a mentiras.

Nunca entregada familia

Esa confesión escrita y cantada, quizás ese secreto que en realidad en consenso uno lo supone, esa navidad planificada en la que en lugar de regalos entregaba mi corazón, nunca llegó. Guardé la carta atravesando los gritos y las lágrimas. Rompí la carta y nunca más canté esa canción con el mismo sentido, porque al hacerlo me duele. Ese lugar adolorido del corazón donde los sigo amando incluso con las puñaladas y el desperdicio, con la indiferencia y la frialdad. Donde ese canto antiguo ya ni siquiera es un himno sino un recuerdo lacrimoso.